El 24 de marzo de 1977: dos cartas y un país

Por Demian Konfino

El 24 de marzo de 1977 Rodolfo Walsh distribuyó su famosa Carta Abierta y, el mismo día, la Sociedad Rural Argentina (SRA), publicó una solicitada. La comparación de ambos textos fechados el mismo día resulta perturbadora, aunque necesaria.

Rodolfo Walsh
Rodolfo Walsh

En un nuevo aniversario del último Golpe de Estado, pretendo repasar dos textos fundamentales que se distribuyeron el mismo día, en el primer aniversario de ese suceso. El 24 de marzo de 1977 Rodolfo Walsh distribuyó su famosa Carta Abierta y, el mismo día, la Sociedad Rural Argentina (SRA), publicó una solicitada en los principales diarios de Argentina. Una carta clandestina y otra oficiosa.

La carta de Walsh es un texto icónico para un sector de la política nacional. Pero, a mi juicio, no siempre se profundiza en ella lo suficiente. Allí hay claves que explican buena parte del devenir histórico de la Argentina hasta el presente. Desde la real dimensión de la violación masiva a los Derechos Humanos, hasta elementos de la macroeconomía que en el presente tienen plena vigencia.

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En cambio, la solicitada es un texto oculto (u ocultado) que, sin embargo, refleja posiciones antagónicas a las de Walsh y que hoy pueden encontrarse –a viva voz– en los pensamientos, la palabra y la praxis de una parte relevante del elenco oficial que gobierna el país a partir de elecciones democráticas.

Parecen dos países pero son el mismo. Y esta es su tragedia. Pero vayamos de a poco.

LA CARTA ABIERTA DE UN ESCRITOR A LA JUNTA MILITAR

La carta abierta de un escritor a la junta militar es en la actualidad un documento imprescindible a la hora de analizar la violación masiva a los derechos humanos en la Argentina.

La carta fue escrita por Rodolfo Walsh en ocasión del primer aniversario del golpe, el 24 de marzo de 1977. La censura no permitió su publicación. Fue distribuida por el propio Walsh y otros compañeros. En esa acción fue interceptado y, habiendo combatido, cayó herido y fue secuestrado por la dictadura. Aún permanece desaparecido.

El texto es firmado por Walsh en su calidad de “escritor”. Al mismo tiempo, sin renunciar a un estilo narrativo de una factura impecable, la misiva abunda en información periodística. Tal es así que el propio Walsh, en el párrafo final, describe su compromiso de “dar testimonio en los momentos difíciles”. La palabra “testimonio”, en esta línea, da cuenta de su oficio de “periodista”.

Por ese entonces Walsh, además de un consagrado escritor y periodista, era militante de la organización político militar Montoneros. No viene al caso pero tuvo, sobre el final de sus días, notables discusiones con la conducción de su organización.

Rodolfo Walsh investiga, redacta, distribuye la carta. Y combate. Un Walsh auténtico. El escritor, el periodista y el militante político militar.

La redacción de la carta se enmarca, efectivamente, en un acto de resistencia. Sin embargo, como escribía, tal vez el último acto de resistencia de este intelectual brillante no fue el producto de su pluma, sino del fogonazo de su revólver. Walsh, carta en mano, con la tinta aún fresca, combatió en Entre Ríos y San Juan de la ciudad de Buenos Aires contra sus captores. Lo cual habla de las complejidades de un tiempo que no pueden ser analizadas -siempre que se pretenda la sensatez- extrapolando el contexto que describía más arriba.

Yendo al análisis del texto, concretamente, hay que decir que la carta tiene 6 puntos. Para un análisis pedagógico, me tomé el atrevimiento de rotularlos del siguiente modo:

  • a) Contexto e introducción de la Carta. Punto 1.
  • b) Descripción de la tortura. Punto 2.
  • c) Descripción de los asesinatos. Punto 3.
  • d) Descripción de las desapariciones. No hay dos demonios. Plan Cóndor. Punto 4.
  • e) Miseria planificada. Neoliberalismo. Punto 5.
  • f) FMI. Neoliberalismo. Punto 6.

Además de la calidad de escritura, que es distinguida, la carta describe en 1977, a un año del golpe muchas cosas que recién empezarán a desarrollarse muchos años después. La extensión de la violación masiva y sistemática a los derechos humanos: Los asesinatos disfrazados de enfrentamientos, las desapariciones, las torturas y sus métodos. Con un objetivo claro, cambiar de matriz el sistema económico, bajar la participación de los trabajadores en el PBI, cambiar una cultura de la solidaridad por una del individualismo. Walsh lo sentencia de modo inmejorable:

«… en la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga millones de seres humanos con la miseria planificada

A su vez, la lucidez del escritor se revela en algo que será rectificado muchos años después. No hay dos demonios. Esto que quedó flotando en el prólogo al Nunca Más en 1984, y que recién fue revisado en el prólogo del 2006 a ese texto, Walsh lo escribió en 1977:

«…la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre «violencias de distintos signos» ni el árbitro justo entre «dos terrorismos», sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte

Por su parte, el Plan Cóndor es explicado en el punto 4 de la carta aunque sin ese nombre. En concreto, fue la organización de los distintos gobiernos militares de los países de América del Sur, bajo la supervisión de los Estados Unidos, para detener, torturar, desaparecer y/o matar a los luchadores latinoamericanos allí donde se encuentren. El senador uruguayo Zelmar Michelini, el general chileno Carlos Prats o el ex presidente boliviano Juan José Torres asesinados por la dictadura argentina, son ejemplos de ello. Walsh hablaba de esta concertación en 1977:

«La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina…»

Impresiona el nivel de precisión de la información que manejaba Walsh cuando los acontecimientos se desarrollaban durante la vigencia de la más estricta censura a las voces disidentes y la vulneración absoluta al derecho de libertad de expresión.

Él no escribe «Plan Cóndor», como decías. Pero es eso. Walsh toma conocimiento de los crímenes y los relaciona. Más tarde se sabrán más detalles de esta coordinadora americana del terror.

Por su parte, también se vislumbra lo que posteriormente se caracterizará como “dictadura cívico – militar”. Se describe el entramado judicial que hizo sistema. La familia judicial rechazando hábeas corpus, negando la defensa a la violación masiva a los derechos humanos. Y aparecen los beneficiarios civiles del genocidio (Walsh escribe “exterminio”), sino sus ideólogos:

“… la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales…”

El rol de los medios dentro de lo que fue la pata civil de la dictadura fue fundamental. A modo de ejemplo, revistas como “Gente” o “Para Ti” publicando “reformatorios de subversivos” o haciendo “reportajes” a desaparecidos “arrepentidos” que ya habían sido asesinados. Estos y otros medios daban amplia cobertura a la oposición a lo que la dictadura llamó la “campaña antiargentina”, que era en verdad el reclamo internacional por el respeto a los DD.HH. motorizado por exiliados argentinos. Los fusilamientos eran informados en los diarios como «enfrentamientos», sólo porque así lo decía la voz oficial, sin repreguntas o cuestionamientos, cuando era evidente -según lo clarifica Walsh- que se trataban de masacres. Clarín, inaugurando esta saga, tituló el día uno del golpe: «Nuevo gobierno. Total normalidad».

Volviendo a Walsh y para redondear, a un año del golpe, la carta precisa la violación masiva a los DDHH. Pero, también, sus motivaciones económicas (instalación del neoliberalismo), sus mandantes civiles (las oligarquías y los monopolios internacionales), su coordinación geopolítica (Plan Cóndor, coordinado por EEUU) y la imposibilidad de justificación alguna, mediante la teoría de los dos demonios.

LA SOCIEDAD RURAL ARGENTINA AL PAÍS

La Sociedad Rural Argentina (SRA), el mismo día que la Carta abierta de Walsh, publicó una escueta solicitada en los principales diarios de Argentina:

Las Fuerzas Armadas tomaron las riendas del país con patriótico empeño…”, comenzaba el elogio.

El texto condena el “cínico” abuso de la “calificación de derechos humanos” por parte de la “guerrilla apátrida” que “ha sufrido rudos golpes” y que ahora se dedica a atacar al país desde el exterior a través de la “prensa izquierdista”. Considera la “inconveniencia” de “aperturas políticas prematuras”. Advierte que la “sistemática estatización socializante” ha fracasado. Y clama contra los impacientes:

“… Este proceso requiere el apoyo y el sacrificio de todos los sectores…”

Hay diagnóstico sobre las causas de las crisis: La “corrupción”, la “inflación descontrolada” y el “desorden fiscal”. Conceptos que gozan hoy de buena salud. Es curioso, hablan del “crimen como medio político” sólo en referencia a la etapa que desembocó en el proceso.

A un año del golpe, hay celebración por lo que consideran logros (la “franca retirada” en la que se encuentra la guerrilla) y elogios a los aliados (el “patriótico empeño” de las Fuerzas Armadas) pero también puede leerse la hoja de ruta (“es indispensable tomar decisiones”): la “modernización” que implica “la liquidación de las empresas estatales y el redimensionamiento de la burocracia”. Solo así podrán lograrse “los grandes objetivos nacionales”.

EL DIÁLOGO IMPOSIBLE

En un diálogo imposible con la Carta Abierta de Walsh, la comparación de ambos textos fechados el mismo día resulta perturbadora, aunque necesaria.

Como vimos, Walsh señala a la Sociedad Rural como uno se los sectores beneficiarios del modelo económico que instaura la dictadura. La “vieja oligarquía ganadera” escribe, pero también con nombre y apellido refiere al “credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda” cuando éste se asombra, según Walsh, porque haya quienes consideren que el alimento debe ser barato.

En espejo, la SRA denuncia a la “prensa izquierdista” por abusar del concepto de DDHH. Ese calificativo podría caberle al periodista y militante montonero quien, sin embargo, cuestiona la “propaganda abrumadora” que hace ver que “el general Videla defiende los Derechos Humanos o que el almirante Massera ama la vida”.

A su tiempo, Walsh cuestiona el espectáculo de la Bolsa de Comercio y la especulación financiera hechos “bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el “festín de los corruptos”.”. Ya vimos que la Sociedad Rural saluda el objetivo de terminar con la corrupción. No obstante, en los resultados de la enunciada meta de ponerle coto a la inflación descontrolada la SRA calla. Walsh no (400% anual escribe).

Por último, “quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales” se pregunta el escritor y parece hablarle directamente a ese adjetivo inmerso en la solicitada, tras describir la desnacionalización de la banca que indemniza a la ITT y a la Siemens, la devolución de bocas de expendio que aumenta las ganancias de la Shell y la Esso y la rebaja de los aranceles aduaneros que crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina.

Claramente, como se aprecia, son dos modelos de país. Diametralmente opuestos. Como si fueran dos países distintos en uno solo. Pero son el mismo. El problema es que uno de esos modelos vulnera derechos humanos. El resto es historia, memoria y ¿actualidad?

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